miércoles, 1 de noviembre de 2017

The prophecy con - Rogues of the republic, vol. 2


La mayor parte de las personas tenemos coletillas

Me refiero a esa tendencia (más frecuente conforme van pasando los años y nuestros cerebros se van anquilosando) a repetir un mismo tipo de comentario en contextos similares. Yo las tengo. 

Pero antes de que quienes me conocen corran a escribirme recordando mis dejes al hablar (esos "si bien" y "es cierto que", entre otros...) que los hay también, quiero dejar claro que no me refiero a los dejes al hablar, de entre los que destaca en los últimos años el "Saboooooor" de Samanta Vallejo-Nájera, sino a las fórmulas hechas e ideas recurrentes que forman parte de nosotros y nuestra idiosincracia.

Es habitual leer en este blogs cosas como "le falta punch", "no tiene la dosis necesaria de adrenalina", "le falta ritmo"... condicionado siempre por la sensación de que hay momentos en los que cuando leo (sobre todo en el mundo de la fantasía) busco consciente o inconscientemente mi dosis particular de acción que me distraiga y amenice el rato.

Pero como suele suceder, basta desear algo para que cuando se te conceda te des cuenta de que "eso que querías" no era real sino una mera apreciación personal tuya y que, por mucho que sería preferible que no fuese así, cuando Dios te quiere castigar, te concede lo que pides. 

Como si hubiese escupido hacia arriba y me hubiese caído el lapo en el ojo, así me he quedado con la segunda entrega de la serie de Patrick Weekes. Sensación dominante de "y ahora que dices, merluzo, sobre una novela que te da lo que llevas demandando como un niño pequeño todo este tiempo y que no ha terminado de llenarte"... Pues no lo sé, la verdad. ¿que ha sido demasiado de todo sin llegar a nada?

Con "The prophecy con" me ha pasado como con la segunda entrega de XXX o con la última de Riddick, sobre el papel tienen todo lo que pido, me cogen totalmente entregado para su causa tras las películas anteriores y resulta que me quedo con una sensación que, sin ser desagradable, está muy lejos de la plenitud que debería haber experimentado.

En el caso de "XXX: el retorno de Xander Cage" quizás la explicación sea fácil. La película es una fool, carente de contenido, una sucesión de escenarios y actuaciones rocambolescas que pierde parte de la magia (y el sentido) de la primera entrega, sin dejar nada especialmente bueno que llevarse: ni la actuación de Vin Diesel, ni Rammstein poniendo los pelos de punta con su actuación, ni ná de ná.

Con la segunda entrega de "Rogues of the republic" no puedo decir lo mismo.

Voy a procurar ser tan honesto y justo como sea posible, porque sé que dependiendo de cómo lo escriba esta reseña habrá quien piense que he detestado el libro (y, en buena lógica, que soy muy tonto al seguir leyendo una serie que... blablabla) o quién sabe si será precisamente todo lo contrario.

Lo cierto es que a grosso modo tengo la sensación de que "The prophecy con" y la primera entrega de la serie "The palace job" son, sobre el papel, todo aquello que siempre he "escrito" que un libro de fantasía debería tener: acción a raudales, adrenalina a mansalva, alguna lucha para enmarcar, exuda ritmo, velocidad y energía.

Pero da la sensación que de tanto que ha querido dar se ha quedado en mucho menos de lo que podría haber sido o, al menos, que ha ido dirigida a un público que no se corresponde con mi perfil al 100%. Materia prima hay y la idea de fondo es bastante mejor de lo que durante la lectura podría parecer, pero la forma en que lo materializa su creador le resta parte del lustre y la convierte en "una más".

Voy cumpliendo años y, evidentemente (y por desgracia) parte de las cosas que necesito no son las que busco (o persigo), y, como no soy un lumbreras, resulta que necesito llegar a tener eso que "en teoría quiero" para darme cuenta de que "no es lo que necesito".

A la novela de Weekes (o a las novelas) les falta algo de empaque para resultar novelas de mi gusto, o al menos del Gusto de mi versión 39.0.

Primero: la longitud de una novela no determina la calidad. 

Lo demuestra Andrea Camilleri dos o tres veces al año. Tener un texto de más de quinientas páginas no es garantía de tener delante un producto elaborado, simplemente de que quizás no se sabe sintetizar.

En esta lectura pasa. Hay varias escenas más o menos próximas en su desarrollo que transmiten sensación de episodio recurrente. Paja y relleno para aumentar el volumen de la obra y, quizás, poder introducir algún elemento adicional en las luchas que sorprenda y saque alguna onomatopeya admirativa, sin aportar nada relevante al conjunto

Segundo: A los personajes les sigue faltando profundidad. 

El tratamiento en esta entrega es mejor que en la primera, eso es indudable. 

Weekes aprovecha que ya están todos presentados para poder profundizar en algunos de los problemas interiores que experimentan algunos de los integrantes del grupo, fundamentalmente las secuelas de la primera entrega.

Así que esta historia supone una mejora sensible con respecto a la anterior pero aún así da la sensación de que todos los personajes están ultraperfilados, circunscritos a una serie de características estereotipadas que como lector asumes y atribuyes, sin que en ningún momento esas distintas facetas implícitas se muestren o se exploten para construir un producto de calidad.

Tercero: Demasiada sensación comiquera y eso me cansa.

Por un lado tengo el problema de que no visualizo personajes "de carne y hueso" sino dibujos animados desenvolviéndose por distintas superficies, como si estuviese viendo una película de Pixar o de Disney (es más, en mi imaginario, quizás condicionado por las portadas de los libros, los trazos de cada uno guardan cierta similitud con los dibujos que en su día utilizaron para Hércules).

Por otro, esa sensación de comic de 24 páginas de marvel (pienso en la Patrulla X que conocí en los 90, pero creo que es extrapolable a muchos otros de la misma y de distintas editoriales) con la sucesión constante de luchas. Menganito se enfrenta con Blablabla, justo cuando termina (medio convaleciente y arrastrándose por el lugar elegido para ambientar) aparece el siguiente contendiente que justo pasaba por ahí, el consabido Blablabla, mientras tanto, huye malherido pero dispuesto a retornar en unas 30 páginas más tarde, mientras la nueva contienda aumenta la dosis de inverosimilitud y falta de credulidad del lector.

Además, como en esos grandes hitos de mi infancia, aquí nadie cae. Te hieren, casi, casi, te llevas tu propio brazo arrancado del cuerpo, pero en 5 páginas y un par de fórmulas milagrosas después vuelves a la batalla completo, casi más fuerte, sin apenas miedo a fallar porque eres de otro material y no temes a nada.

En la época post "Juego de Tronos" (podría decir post Crónicas de la Dragonlance que ahí ya caía algún protagonista, pero su repercusión fue mucho menor y hay que estar a la última) donde el realismo prima sobre la fantasía y a grandes luchas se sucede siempre el recuento cruento de daños y caídos, resulta inusitadamente extraño seguir en ese perfil de "tranquilo, que aquí no pasa nada porque soy como Mister Potato, se me cae una parte pero me la vuelven a pegar".

Creo que "The prophecy con", como la novela anterior, es más propia de una Young adult alto talludita que de una fantasía adulta exigente. Falta el personaje joven que aporte la proximidad a ese tipo de lectores pero estoy convencido de que se sumergirán rápido en la narración y pronto la estarán disfrutando.

Como adulto me ha faltado un poco más para poder disfrutar de la historia y tener esa sensación de interés constante. Como lector, dentro de un ámbito steampunk, sigo preferiendo a Chris Wooding, con mucha diferencia. Dentro de un concepto más amplio de fantasía, "The Grim company" aprovecha mejor sus recursos y da mayor sensación de disfrute al lector. Al menos a este lector.

Valoración: está bien. Y sí, por si hay dudas, leeré la tercera entrega... siempre y cuando no siga habiendo aumentando el volumen de la serie. Si aparece una cuarta entrega ya veré que hago.

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