miércoles, 12 de julio de 2017

Hexed - The iron druid chronicles, 1


Una de las sensaciones más desagradables que conozco es el de "la promesa incumplida", la espectativa creada (muchas veces es un problema propio y no de quién la origina, todo sea dicho) que no llega a realizarse y que se queda estancada en ese "ufff, si es capaz de dar lo que promete realmente puede ser algo tremendo" y que se quede en un "¿alguna vez llegará a dar el salto definitivo?".

"Hexed", medido en esos términos,  está más próxima a la segunda, o mejor, cuando arranca te deja pensando ilusionado en que estás en la primera hasta que te das cuenta de que algo parecido sentiste con la primera novela y que 300 páginas después no ha ido a más.

Es un strike one en toda regla para Kevin Hearne, no porque la novela esté mal (que no lo está) sino porque en este libro pierde un poco del voto de confianza y la capacidad para reivindicarse como una de las grandes alternativas del género, es más, por primera vez hace que dude si llegará a dar el salto que lo sitúe entre los indispensables o si se quedará en esa zona intermedia del "cógeme si quieres un rato agradable, porque no estoy nada mal, pero no me pidas más porque por mucho que me des besitos seguiré siendo un sapito".

Lo que me duele es la sensación de similitud con la primera entrega, no llega a ser un copy paste pero tampoco te hace sentir el frescor de la novedad. Lo que aportaba el autor en la presentación de la serie sigue ahí, pero lo hace sin avanzar, estancado en la fórmula que le permitió triunfar pero sin asumir nuevos riesgos. Y eso duele.

Me gusta la mitología nórdica y la celta, he leído algo, cotilleo cuando puedo y siempre me ha llamado la atención. Como la griega (la romana no, que es un poco más de lo mismo con nombres cambiados) y no me importaría aprender más de cultura de los indios americanos. Todo eso aparece en la novela pero nada acaba de recibir un tratamiento más allá del meramente superficial y, si bien en la primera novela con eso me bastaba y me sobraba, en la segunda me resulta insuficiente. Mimbres tiene el universo de Hearne para arrasar en todos los frentes, con pinceladas que esbozan diversidad, originalidad y cultura, pero tras dos entregas sigue siendo eso, un mero boceto, sin que la imagen esté terminando de cobrar vida y mi miedo es que al autor le valga con permanecer en esa zona donde es evidente que se desenvuelve muy bien.

No sólo ha habido un parón en el desarrollo del universo, también pasa con los personajes, que se quedan bastante estancados en los contornos de la primera entrega, sin dar ningún paso adelante que ofrezca algo nuevo. Con la ligera excepción de la viuda MacDonagh, que al principio de la novela ofrece una de las pocas grandes incorporaciones de la historia, y el único aporte novedoso a la trama, el resto de protagonistas se quedan estancados en el status de la novela original.  Oberón sigue siendo divertido y alegre pero acapara mucha atención para aportar poca novedad salvo algún comentario gracioso a modo de chascarrillo. Granuaile pierde parte de su encanto, ya sin el misterio y el secreto de la primera novela y se convierte en un mueble más durante esta entrega, sin mostrar un crecimiento real que indique/vaticine el cambio que vendrá. Leif y los hombres lobo no aportan nada nuevo y parte de su embrujo y de la ilusión generada en la lectura anterior se desdibuja quedando como meros comparsas y las brujas del Aquelarre de Tempe, salvo un par de momentos visuales, tampoco dejan nada más.

Mentiría si dijese que la sensación cuando terminas la novela es de que está mal. Ni mucho menos. Y no es una novela pesada, en absoluto. Es una historia que está bien, que se lee con ritmo, con confrontaciones desde las primeras páginas y  las luchas (que se suceden con bastante continuidad), crean una lectura muy dinámica y entretenida, pero siempre con la sensación de que algo parecido ya lo has leído antes y con poca chicha que llevarse a la boca.

Leí una crítica que se ensañaba con la reiteración que Atticus da al uso del lenguaje y las continuas disputas entre seres antidiluvianos sobre las distintas construcciones y la evolución del mismo. Para mí eso es lo de menos, quizás porque me gusta el lenguaje, la gramática y aprender cosas nuevas, quizás porque de alguna forma me parece un pensamiento curioso y lógico que no siempre se tiene en cuenta cuando se habla de criaturas centenarias. Y sí, abusa un poco del tema, pero no es nada serio.

Más importante es la crítica que se centra en el rol secundario de los personajes femeninos. Muy limitados y, por ejemplo la Morrigan o Granuaile, aparecen más referenciadas como una distracción visual que como un componente básico de la historia. En eso se diferencia mucho de otros autores, como el ínclito y muy mencionado Jim Butcher, que desde sus primeras novelas otorga roles significativos a varios personajes femeninos (Susan Rodríguez, Karin Murphy) y los hace cambiar, evolucionar y ser contrapunto de su compañero protagonista. Atticus no tiene contrapunto en la trama y eso pesa en la historia.

Particularmente lo que más me preocupa es que Hearne repita fórmula. No hay nada especialmente nuevo que llevarse a la boca. Sí, hay un rabino algo peculiar, que además va acompañado de un representante de la Iglesia (aquí acaba cualquier parecido con un chiste malo) y un momento con la Virgen María bastante curioso, pero son pequeños detalles que en el conjunto de la trama no dejan una huella significativa ni cambian la percepción de lo que se lee.

Tengo la sensación de que no se explota todo lo que el universo que ha creado podría llegar a ofrecer. Amaga, deja indicios, añade alguna pincelada, pero no exprime el conjunto y, salvo el ya citado momento de la Virgen María (que me parece un planteamiento original y trabajado), el resto es más de lo mismo, incluidas las referencias a Thor y la misma argumentación que en la primera historia al por qué no se le puede tocar y a la existencia de distintas versiones (comiquera incluida) de la deidad nórdica.

Mi sensación es la del niño quien visita a su tía, le enseñan un jardín descomunal, lleno de retos, recovecos, secretos, historias por descubrir, etc... y cuando se dispone a lanzarse a la aventura le dicen "No, no, no, noooo...tienes que jugar en estos dos metros cuadrados, con este columpio como mucho y siempre al alcance de la vista".

El universo del Druida de Hierro es, potencialmente, uno de los más curiosos que hay ahora mismo a nivel de fantasía y sin embargo se queda siempre en la misma zona, sin mostrar/explotar el resto. A Hearne parece que le vale y le satisface, a mí me deja a medias, siempre esperando algo que no termina de llegar.

Es más, han pasado unos días desde que terminé la novela y pervive en mí la sensación de que la historia es algo inconexa, una confusión/profusión de encuentros con una serie de enemigos/rivales/desafíos, que leídos de forma aislada a modo de relato corto funcionan muy bien pero que en conjunto quedan algo inconexos, como episodios sueltos de una serie de temporada larga que sólo en alguno de ellos muestra un hilo conductor del conjunto y deja una sensación de collage variado de ideas y conceptos (algunos muy novedosos, otros bastante menos) que no terminan de funcionar bien en conjunto, convirtiendo la zona de Tempe en una reminiscencia de "La boca del infierno de Sunnydale" de Buffy, la cazavampiros, con cierta irregularidad en el tratamiento y episodios/momentos bastante potentes (como la lucha en el jardín de la viuda MacDonagh) con otros más de cubrir el expediente.

Valoración: me ha gustado. ¿Después de toda esta chapa, te ha gustado? Sí, eso era fijo, pero ha perdido puntos desde "Hounded", se ha desinflado un poco y mis espectativas están bajando a "lectura cómoda" no a "novelón que te pasas". El post habla de los peros, de la insatisfacción generada por el algo más que no ha llegado y no de las cosas buenas, que son similares a las de "Hounded". Simplemente en esta novela Kevin Hearne se ha estancado un poco.

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