jueves, 8 de junio de 2017

Naturaleza muerta - Inspector Armand Gamache, vol. 1


Durante mucho tiempo he leído buenas críticas y comentarios elogiosos a Louise Penny y a esta serie. 

Postergué bastante su adquisición y aún más su lectura.su sinopsis no lo individualizaba nada dentro del género, más bien al contrario, sonaba a una repetición más de algo mil veces leído y eso me frenó. Tras su lectura sé que ha sido una pena. Afortunadamente ya no se repetirá.

Quizás, por todo lo que prejuzgué y temí, su comienzo me costó bastante. Primero porque esperaba algo con un corte más clásico o de investigación profunda, con asesino en serie, profilers, técnicos de criminalistica y una sucesión de muertes y tensión varias.

Cuando esperas un arranque fuerte y violento y la consiguiente subida de tensión y te encuentras con un ritmo acompasado y bastante lento, no deja de ser curioso como te descolocas.

Las primeras decenas de páginas pasan en el estupor del desencanto y la desubicación, incluso surgió cierto miedo a un posible deja vú con "The quiche of death" y una forma de escribir que no va para nada conmigo. Hasta que poco a poco me situé, adapté mis ritmos y empiecé a disfrutar.

Es una novela muy social, que habla de un entorno reducido (un pequeño pueblecito canadiense), de la gente que lo habita y de las mil y una batallas que han vivido sus vecinos (roces, conflictos, rencillas y, como no, secretos). 

Lo hace con gusto e interés, tratando asuntos modernos y de una forma muy digestiva, una de esas lecturas que disfrutas mientras estás con ella, muy distinta en el fondo y en la forma a "The quiche of death", que pasó por aquí hace un par de semanas y que me resultó una lectura tediosa y desactualizada, revenida hasta cierto punto en sus formas y su trama. La demostración de que con los mismos ritmos (por lentos que sean) se pueden hacer cosas increíbles.

Como si se tratase del reflejo de la realidad/rivalidad francófona-anglófona que se vive en Canadá, en la prosa de Louise Penny veo dos referentes muy distintos.

Por el lado anglofono (con claro dominio en el estilo y forma de plantear la novela), estamos ante una obra sobria, con espacio para que muchos de los habitantes de Three Pines tengan su momento para mostrarnos cómo son, qué les mueve y que ocultan. 

Una escritura con mucha disrupción y algún cambio de perspectiva, que omite (para variar con respecto a muchas novelas actuales) la perspectiva del asesino/malvado de la historia. 

Es, salvando las diferencias geográficas y quizás temporales, una versión próxima a (pero más amena de) P. D. James.

El regusto francés (con muchas licencias y alguna negación que otra para quien no comparta conmigo lo que escribo), lo pone una visión peculiar de sus personajes o, quizás sea mejor, la existencia de distintos personajes singulares en la trama, no regidos siempre por los formalismos/convencionalismos/pautas sociales de nuestra época. Imaginativos, visuales en extremo, algo excéntricos y con una concepción de la vida poco arquetípica. 

Es, en eso, una novela con encanto, de gusto singular quizá, cuyos matices dejan el rastro más claro e intenso para el lector (ese punto peculiar que atesora en el recuerdo), que trae a mi mente imágenes de la Fred Vargas menos extravagante, la ligeramente moderada de la serie de "Los tres evangelistas", en donde la escritora (tanto Vargas como Penny) son capaces de enriquecernos con las peculiaridades/particularidades/singularidades de sus personajes, llegando a provocarnos cierta ternura y mucha envidia por no poder contar en nuestras vidas con alguien como Armand Gamache. 

Visualmente/emocionalmente me ha recordado, todas las salvedades puestas, a la insólita experiencia que puede suponer para un espectador que no sepa lo que va a ver, encontrarse por primera vez ante "Amelie".

Normalmente hablo de los personajes y de los protagonistas. Hoy, que está por aquí Armand Gamaché, no puedo obviarlo. 

Ha sido uno de esos personajes que te impactan. Como el primer Brunetti o el Bevilacqua que conoces la primera vez que lees algo de Lorenzo Silva. Es entrañable, fuerte, decidido y consciente. Aprendes cuando estás leyendo sobre él, aporta si le dejas acercarse, incluso ilustra. 

Ayuda a construir la imagen el contraste con su nueva incorporación a la unidad. Son polos opuestos y su joven pupila se convierte en la segunda misión de Gamaché durante la historia, una en la que puede que no consiga su objetivo

Para mí conocer a Gamaché (en un momento de mi vida un tanto peculiar donde no siempre está claro hacia dónde miras, qué quieres ser y cómo quieres llegar) ha tenido algo de ejercicio de iniciación y, hasta cierto punto, de reflexión, que ha acabado por situar en mi whatsapp sus cuatro frases que conducen a la sabiduría:
"No lo sé.

Estaba equivocado.

Lo siento.

Necesito ayuda"
   
 Cualquier otra cosa que diga sobre él sobra.

El resto del elenco suma, en mayor o menor medida, y contribuye a generar un entente cordial para el lector, un todo uniforme que favorece la lectura y el recogimiento, en una experiencia peculiar que experimentas como lector conforme vas conociendo a las dos grandes figuras de la historia, Gamaché, y la también singular, Jean Neal.

No dejo de pensar en "Bruno, jefe de policía", convencido de que los amantes de esta novela y su peculiar personaje, la ambientación, lo que le rodea, su gusto por la cocina, su forma de entender la vida, encontrarán en "Naturaleza muerta" una nueva vía para llenar de un poco de satisfacción su estantería.

Valoración: empecé el post con un "Me ha gustado", que ha terminado con un "me ha gustado mucho", quizás, simplemente, porque el mero hecho de recordarlo y pensar en él me ha hecho sentir a gusto y agradecido de nuevo, con un amago de sonrisa en mi boca.
     

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