viernes, 19 de agosto de 2016

La niebla y la doncella - Serie de Bevilacqua y Chamorro, vol. 3



Difícil no comenzar como siempre que aparece una novela de Lorenzo Silva por aquí. No alabar su obra, no destacar lo mucho que me gusta su personaje, etc..., más aún cuando de todas las novelas suyas que he leído hasta la fecha (y creo que de la serie de Bevilacqua y Chamorro ya van seis) ésta es, con diferencia, la que más me gusta.

Tiene el sabor de la vida misma, ese aire ligeramente triste de quién sabe que de alguna forma todo va dirigido a un final pesaroso (si no malo), que inevitable va a dejar marca. Se deduce de una de las primeras afirmaciones de Ruben Bevilacqua y desde ese momento esa sensación se apodera de nosotros y nos acompaña durante toda la narración hasta que se produce el desenlace.

Una sensación que en novela sólo recuerdo que me hayan transmitido en dos momentos puntuales: cuando de crío me dio por leer las historias de la mitología griega donde el destino está siempre muy presente y el oráculo marcaba el destino de algún protagonista hacia un final desastroso ya desde el principio y en la novela "La mirada de las furias", de Javier Negrete, también con reminiscencias mitológicas, donde la misma predestinación aparecía en mitad de la narración para marcar la evolución de su protagonista y señalar su inexorable final.

La tristeza es la nota predominante en la novela, no sólo por el camino que van a seguir los protagonistas, también por varios de los contenidos de la trama. De la mano de la singular prosa de Lorenzo Silva recorremos la actualidad nacional (corrupción política y empresarial, sistema legal no siempre adecuado a la realidad social, corrupción en las instituciones, desencanto social y problemas de inmigración) como si lo que narrase el autor fuese algo que acontece en la España de hoy, y no en la de hace catorce años, que fue cuando lo escribió.

Y es que si algo tienen las novelas de Bevilacqua y Chamorro es que son atemporales. Puede que dentro de unos años las referencias geográficas de sus novelas no tengan equivalencia en la realidad pero salvo por eso sus obras tienen algo anacrónico, algo intemporal, que les permite tener vigencia las leas cuando las leas.

Los nombres de la actualidad social pueden cambiar, los grupos políticos alternarse, los titulares sucederse unos a otros pero el espíritu de nuestra sociedad, una cultura marcadamente mediterránea con ese toque propio made in Spain (del que quizás no deberíamos estar tan orgullosos) permanece y Lorenzo Silva es uno de los escritores con mayor capacidad para saber plasmarlo en sus novelas, convirtiendo cada una de ellas en un espejo en el que nos reflejamos tanto nuestra sociedad como nosotros y en el que al mirarnos deberíamos avergonzarnos (en muchos casos) de qué somos, cómo hemos llegado a esto y lo más triste de todo, hacia donde vamos de forma inexorable porque aún siendo conscientes de todo hemos decidido que no nos vamos a apear.

Sus personajes envejecen, se transforman y cambian, mutan pero siempre identificables, manteniendo sus señas de identidad, alterados tan sólo por los ajustes que ocasiona el paso del tiempo y el proceso de maduración, siendo víctimas de eso que los de carne y hueso llamamos "el paso de los años" y que algún escritor (como he criticado en algún momento a Donna Leon) no siempre saben hacer con sus personajes.

Lo vivido nos cambia y las experiencias (narradas o no) de Bevilacqua y Chamorro los acercan a nosotros, silenciosos espectadores de sus vivencias, humanizándolos ante nuestros ojos y convirtiéndoles en personajes de nuestras vidas, referencias lejanas a las que siempre volvemos, con las que siempre conseguimos reengancharnos... porque son de nuestra edad o porque pasan por situaciones que nosotros hemos vivido o experimentado o, simple y llanamente, porque su creador es capaz de meternos en su piel y consigue que experimentemos el proceso que les lleva a ser y comportarse como lo hace.

Son figuras humanas, con sentimientos e inseguridades, con vulnerabilidades, pero siempre creibles, muy reales. Sus dudas y complejos, los miedos, deseos y disputas internas son las de cualquiera de nosotros y lo siguen siendo a lo largo de los años, quizás por eso uno pueda disfrutar con esta novela igual ahora, camino de los 40 (el mismo camino que lleva Bevilacqua en esta novela) que hace 10 años, cuando camino de los 30 lo leías y eras capaz de identificarte con lo que sabías que bien podía ser tu situación futura.

"La niebla y la doncella" fue la novela que definitivamente me enganchó a la serie, tras haber leído en primer lugar "El alquimista impaciente" sin que en aquel momento consiguiese engancharme del todo. No soy dado a leer sobre novelas ambientadas en España, con situaciones de aquí y personajes llenos de arquetipos de un tipo u otro y sin embargo tras su primera lectura sentí el gusto por sus personajes, me identifiqué con sus protagonistas y desde entonces no fuí capaz de separarme de ellos. 

Conseguí y leí "El lejano país de los estanques" la primera y también significativa novela de la serie y desde entonces forma parte de mi vida cotidiana, por lo que tras haber leído las primeras seis novelas y aprovechando la pausa que hubo tras "La estrategia del agua", decidí reinicar la serie para actualizar los recuerdos y disfrutar de nuevo con su lectura.

Es "La niebla y la doncella" la novela que más me gusta y que me sigue marcando. La que me toca. La que es capaz de cambiar mi estado de ánimo. La que no consigo olvidar pase lo que pase. La que hace que no se me quite de la cabeza la necesidad de visitar Canarias en cuanto disponga de la más mínima oportunidad y más especialmente La Gomera, porque quiero conocer sus bosques de laurisilva, la niebla y ese cambio tan brusco de desierto a bosque denso que se produce al salir de un tunel.

Y es la novela de Andrada...el eje de toda la trama. La que marca la novela y al lector. Ese personaje secundario al que no olvidas pase el tiempo que pase, porque por encima de todo "la niebla y la doncella" es su novela, la que marca a Ruben como quizás ningún otro personaje lo haya hecho hasta la fecha, la que como lector admiras, deseas y te estremece, la que tiene una rivalidad con Chamorro que te cautiva, la que sobrevuela todas las páginas de la trama hasta cuando no está presente, posiblemente una de las mejores construcciones de su creador siempre con la excepción de los propios protagonistas, sublimes en su humanidad/fragilidad/vulnerabilidad durante toda la novela. Sólo Ruben y Alicia pueden decirse tanto en silencio y además ser capaces de hacernos partícipes de esa intimidad compartida a nosotros como lectores.

Valoración: Increíble

Soy devoto de la serie pero de las cinco primeras ésta es mi novela favorita, con algo (no mucho) de distancia sobre "El lejano país de los estanques", hasta el punto que tras haberla leído hace apenas tres meses no me ha supuesto un problema releerla a marchas forzadas en un par de tardes para poder escribir este post.

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